Alvi y sus hijos y su Freightliner Reportaje

El camión Freightliner cabover de Alvi

Reportajes Escrito por Lunes, 23 Junio 2014 00:00 tamaño de la fuente disminuir el tamaño de la fuente aumentar tamaño de la fuente Vídeo Galería de imágenes 0

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Esta es la historia del Freightliner cabover que aparece como protagonista secundario en un anuncio de televisión de una operadora de telefonía que ha querido promocionar las excelencias de su cobertura para los móviles recurriendo a las peculiaridades del transporte por carretera.

(c)Vídeo Multimedia BGO - Juan Caraballo

Detalle de la trasera de la cabina ¿En qué actividad es más indispensable contar con la mejor cobertura de telefonía móvil que el transporte por carretera? Eso fue lo que debieron de pensar en la agencia de publicidad que diseñó esta campaña de publicidad cuando decidieron rodar el anuncio de televisión para la operadora. ¿Y cómo hacerlo lo más atractivo posible? Pues sacando un camión lo más llamativo posible, que no estemos acostumbrados a ver a diario. Y como parecer ser que los americanos con morro son ya demasiado habituales, pues la mejor opción era… un americano sin morro, un cabover. Lo que, curiosamente, no ha resultado del agrado de una parte de los integrantes de este sector. En las redes sociales, cuando se lanzó el anuncio a principios de año, no les pareció una idea acertada y hubieran preferido que el protagonismo se le hubiera dado a un vehículo de los que están todos los días haciendo kilómetros en nuestras carreteras.

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Pero esa es otra historia. La que nos incumbe en esta ocasión es la de este protagonista secundario, el Freightliner cabover que aparece en el anuncio junto a José Antonio, que no es un actor como suele ocurrir en la mayoría de los anuncios. Es un chófer entero y verdadero, un conductor que fue escogido en un casting entre profesionales del transporte por carretera. Su compañero de rodaje no es su habitual herramienta de trabajo. También fue escogido en un casting, fotográfico en este caso, como nos cuenta Alberto Vila, que junto a su hermano Enrique, dirige el grupo de empresas Alvi, y son los propietarios de esta singular tractora. Dos hermanos que no necesitan demasiadas presentaciones para los apasionados de los camiones, por su participación en las carreras de camiones y en todo evento lúdico del sector para el que sean requeridos.

Desde Eslovaquia… sin amor

¿Y cómo llegó este pedazo de tractora a las manos de los hermanos Vila? Pues en el año 2005 lo vieron en una página de anuncios por internet: lo habían puesto a la venta en Eslovaquia. “En principio pensamos que era un problema ir hasta allí a por él”, nos cuenta Alberto, “pero tenemos un mecánico conductor que es polaco, que se ofreció a realizar la recogida y traslado del vehículo y aceptamos su ofrecimiento. Organizó el viaje con un hermano que vive en Polonia. Desde este país se desplazaron en coche hasta Eslovaquia. El camión, de color azul, estaba trabajando en una mina y solo se dedica a bajar marcha atrás al interior de la mina, cargar, subir, descargar y vuelta a empezar. Pero era un trasto, estaba desarmado, no tenía asientos ni frenos. Nuestro conductor nos llamó y nos dijo si estábamos seguros de lo que estábamos comprando, que era un basurero. Y le dijimos que queríamos ese basurero. Que si creía que era capaz de llegar a España con él, que lo trajera. Nos dijo que sí, pero que a lo mejor le llevaba quince días”.

Al final no fue necesario tanto tiempo, y tras una semana de viaje, sin incidentes relevantes, llegó sin novedad. “Pero cuando lo vimos nos llevamos una gran desilusión”, comenta Alberto. “Antes de entregarlo le habían quitado todo lo que podía tener algún valor, incluso las bocinas. Así que nos liamos a restaurarlo. Lo que implica comprar todos los repuestos en Estados Unidos. Lo que más nos costó conseguir fueron los tambores y las zapatas de freno. Pesaban mucho y al final tuvimos que organizar el envío por barco para que no se disparara el precio”.

Por lo menos, los recambios los consiguen sin problemas, como nos explica Alberto: “Tenemos un amigo que trabaja en Peterbilt que habla muy bien español y su hijo está en Frightliner. Y cuando necesitamos algún recambio, les llamamos y nos lo consiguen sin problemas”.

Rodaje exprés

Los hermanos Vila están en las listas de contactos de las agencias de publicidad: por sus camiones de carreras, americanos, su colección de Pegasos y también por sus coches clásicos. En esta ocasión, les llamaron porque buscaban un camión americano chato. “Les mandamos fotos y cuando lo vieron se decidieron en el acto”, asegura Alberto. “La grabación se hizo en unas instalaciones logísticas en Vicálvaro, simulando que se está trabajando, cargando en un muelle. Aunque hacia un frio espectacular (se grabó durante las pasadas Navidades), lo pasamos muy bien, por la amabilidad de la gente que llevaba el rodaje. Se portaron muy bien. No se alargaron mucho. No hicieron 18.000 tomas de lo mismo, como ha ocurrido en otras ocasiones. Grabamos en una noche, durante poco más de cinco horas. Un tiempo récord para estos líos. Y luego lo empezaron a emitir una semana después. Fueron súper rápidos”, puntualiza Alberto, con cierto conocimiento de causa. Porque los Vila, se ven envueltos en estos “fregados” con cierta frecuencia. Y guarda buenos recuerdos de algunos de ellos, como por ejemplo, cuando estuvo unos dos meses involucrado en el rodaje de la película “Todos estamos invitados”, disfrutando de buenos hoteles, un buen horario (prácticamente sólo se grababa por las mañanas y se tenía libre el resto del día) y facilidades para desplazarse por los lugares en los que se desarrolló el rodaje: País Vasco y Cantabria.

Y claro, uno no puede evita la pregunta: ¿se rentabiliza con estos trabajos la adquisición y mantenimiento de estos vehículos? “Tener estos vehículos no deja de ser un capricho, no los rentabilizas nunca” responde Alberto. “Es un gasto que tienes ahí permanente. Hay veces que te cabreas y piensas en venderlos, pero al final te echas atrás. Nos gustan demasiado, tanto que con el Peterbilt de morro azul algunos fines de semana lo cogemos y salimos con él a dar una vuelta, a pasar el día”.

Yo para ser feliz quiero un… Argosy

El ejemplar que protagoniza estas páginas es un Ferightliner cabover 6x4 del año 94, de 9.540 kilos de peso, equipado con un motor Detroit S60 de seis cilindros y 12,7 litros, que rinde una potencia máxima de 298 Kw (405 CV). Nos confiesa Alberto, que es duro de manejar, y acto seguido que la ilusión de su vida sería tener un Argosy, la última generación de tractoras cabover de Freghtliner. Pero, dejando de lado la cuestión económica, nos cuenta que con las trabas que ponen a la importación de estos vehículos de segunda mano, por culpa de las normas Euro de emisiones, se quitan las ganas. Si lo traes, solo lo puedes matricular como clásico, lo que significa que no le puedes enganchar un semi y usarlo, por ejemplo, para llevar los camiones de carreras a los circuitos.

Una diáspora bajo control

Para poder lucir sus camiones americanos como lo hace este Freightliner en estas fotografías, los hermanos Vila han tenido que comprar bastantes recambios originales a sus respectivos fabricantes. La primera vez que se pusieron en contacto con Peterbilt para adquirir repuestos para otro de sus camiones americanos, se llevaron la sorpresa de que en la casa matriz conocían toda la historia de ese vehículo. A través del número de chasis, tenían registrados sus anteriores propietarios, con nombre y apellidos y el país en el que había estado matriculado. Un buen ejemplo de trazabilidad, como diría un logístico.

De este Freightliner, el fabricante les ha dicho que no tiene constancia de que haya en Europa ningún cabover con la cabina más alta, como el suyo. Otros alturas y modelos sí, pero ninguno idéntico.