Prueba: Toyota Proace Active 2.0D 128
Tras algunos experimentos fallidos, Toyota ha decidido entrar de lleno en el mercado de los vehículos comerciales medios de la mano de PSA (Citroën-Peugeot) con el Proace, en una primera entrega que tendrá su continuación en 2016 con un nuevo modelo.
Y es que la “rentrée” del fabricante japonés en este segmento tiene como protagonista a un vehículo sobradamente conocido en nuestro país –al igual que otros muchos mercados europeos-, pues llega tras el acuerdo de colaboración alcanzando con las dos marcas francesas por el que “toman prestado” un producto como Jumpy-Expert. Una nueva “sociedad” en la que Toyota viene a sustituir a Fiat, que hasta ahora formaba parte del triunvirato Sevel con, en este caso, la Scudo.
Esta alianza tiene dos partes bien definidas en tanto que tras el Proace, en el año 2016 llegará un nuevo modelo, de idéntico nombre, que desarrollarán conjuntamente Toyota, Citroën y Peugeot.
Por el momento, el gigante nipón se conforma con un formato conocido que lleva ya muchos años en nuestro mercado en su configuración actual, y que tiene buenos adeptos entre los profesionales del transporte de mercancías por carretera.
Sólo para trabajar
Ahora bien, el compromiso adquirido entre las tres partes implicadas en el mismo, únicamente incluye versiones furgón –las dedicadas al transporte de pasajeros con un mayor equipamiento-, si bien estarán disponibles en varias configuraciones, tanto como el resultado de combinar dos longitudes (de 4,81 y 5,14 metros) y otras tantas alturas (1,98 y 2,29 metros).
Eso sí, además de la arquitectura “van” conocida como tal, Toyota anuncia una variante un tanto peculiar de doble cabina, denominada Crew Cab, lo que eleva la gama hasta las 23 versiones. Una configuración de dos filas de asientos hasta seis plazas y mampara separadora fija, excelente opción para llevar a la típica cuadrilla de trabajadores con un compartimento de carga lo suficientemente amplio como para no tener que optar por un vehículo de mayores dimensiones.
A partir de aquí, el formato es, como ya hemos comentado, de sobra conocido. La única diferencia a nivel externo tiene que ver con la parrilla frontal, ligeramente retocada y con el logo de Toyota presidiéndola; todo lo demás es idéntico a sus “colegas” franceses. El interior, más de lo mismo, que no por conocido deja de ser un espacio funcional y bien organizado.
El puesto de conducción no ofrece lugar a la duda, pues tanto asiento como volante se pueden regular para encontrar la mejor posición posible de cara a la conducción. En cuanto al asiento doble del pasajero no podemos decir lo mismo, no tanto con el que tiene la “suerte” de ubicarse en la plaza de la derecha como el que va a su lado, en tanto que el espacio para las piernas no es el conveniente si se va a pasar buena parte de la jornada de trabajo en el interior de la Proace, pues el saliente en el que se ubica la palanca de cambios resta mucho espacio para las mismas. Otra cosa es que se utilice de manera puntual y para pequeños recorridos. Eso sí, cuando no se haga, podemos desplegar la mesa escamoteable en el respaldo de dicho asiento y utilizarlo a modo de pequeña mesa de trabajo o para dejar bebidas, solución muy extendida entre los vehículos con butaca doble en la zona delantera.
Excelente rendimiento
Decir antes de ponernos manos a la obra, que Toyota puso a nuestras disposición una variante de 5 m3 de capacidad que como es habitual cargamos convenientemente con unos 300 kilos, que si bien distan mucho de los 1.200 kilos de carga máxima de admite, sí que iba a representar una buena piedra de toque para comprobar al aptitudes de la Proace.
En relación a ello, destacar que las operaciones de carga y descarga se hacen con relativa facilidad, merced a una boca de carga lateral de 1.293 mm de alto por 924 mm de ancho, mientras que la apertura trasera llega a los 1.272 mm por 1.237 mm, con una altura del umbral de carga de 562 mm.
Mecánicamente hablando, la unidad de pruebas equipaba el motor intermedio, un dos litros Euro 5 de 128 CV de potencia y 320 Nm de par que asociaba una caja manual de 6 relaciones.
A grandes rasgos, podemos hablar de un propulsor capaz de mover a una carrocería de casi tres toneladas de MMA con total solvencia por cualquier tipo de escenario. No es que se trate de un bloque de una respuesta inmediata, en tanto que su máximo par no se alcanza hasta las 2.000 vueltas, pero sí que tiene la suficiente fuerza como para que podamos iniciar la marcha sin problemas y sin que el vehículo que venga por detrás tenga que frenar y hacer sonar la bocina.
Lo mejor de este motor es su elasticidad, pues es capaz de mantener ritmos vivos y una gran agilidad durante su devenir sea cual sea la orografía. Ello se traduce en un nivel de prestaciones de primer orden –sólo hay que echar un vistazo a los cuadros de aceleraciones y recuperaciones-, incluso cuando hay que hacer uso del cambio se resienten, pues es bastante rápido –eso sí algo áspero de tacto-, lo que se traduce en unas pérdidas de potencia entre salto y salto de marcha poco apreciables. Una consistencia la de este motor, que también nos permite transitar por terrenos escarpados sin echar de menos falta de fuerza alguna, siempre que nos mantengamos por encima de las 1.800 vueltas.
Tampoco la sonoridad es muy alta ni aun cuando circulamos alto de vueltas –por ejemplo, con la sexta velocidad engranada a 120 km/h el cuentavueltas marca 2.450 rpm-, si bien podría ser incluso menor si la zona de carga tuviera algún tipo de revestimiento.
En cuanto al consumo, no podemos objetar nada al respecto, pues incluso en ciudad es capaz de mantener medias que no van mucho más allá de los 8 litros, y ello a pesar de no contar con ninguna función “económica” alguna con Start & Stop.
Estable y dinámica
Por lo que respecta al comportamiento, se trata de un vehículo noble de reacciones, con un paso por curva bastante seguro sin apenas vaivenes de la carrocería, salvo el típico deslizamiento del tren anterior al negociar giros muy cerrados de forma brusca, si bien se trata de un subviraje apenas apreciable.
Además, el hecho de contar con el Toyota Traction Select, que proporciona un mayor agarre cuando las condiciones meteorológicas son más adversas (lluvia, nieve, barro, etc), merced a la posibilidad de elegir entre varios sistemas de tracción a través de una rueda giratoria ayuda mucho desde el punto de vista de la seguridad.
Los motores
Las mecánicas que utiliza el Proace ya son conocidas de sus consanguíneos, tres propulsores Euro 5, todos ellos diesel. El motor de acceso a la gama parte de un bloque de 1,6 litros de cilindrada el cual entrega 90 CV y un par máximo de 180 Nm; asociado a él, una caja manual de 5 relaciones. Por su parte, los dos restantes se basan en una bancada de 1.997 cm3 de capacidad para potencias declaradas de 128 y 163 CV, con pares máximos de 320 y 340 Nm, respectivamente. Un cambio manual de 6 marchas se encarga de transmitir la fuerza al asfalto a través del eje delantero, si bien el mecanismo más potente también admite una transmisión automática de 6 velocidades.
La cabina
Nada nuevo descubrimos en el interior del Proace, en tanto que el salpicadero es idéntico (o prácticamente) al del Peugeot Expert, Citroën Jumpy y Fiat Scudo. Se trata de un habitáculo muy bien resuelto pero en el que se deja notar el paso de los años, tanto por diseño como por los materiales utilizados, con unos plásticos un tanto duros al tacto. Aun así, todo está en su sitio y toda la cabina resulta bastante ergonómica, con varios huecos portaobjetos repartidos por la misma.
En cuanto a la información que recibe el conductor, es bastante completa gracias al display ubicado sobre la consola central.
Compartimento de carga
Para la realización de esta prueba, tuvimos a nuestra disposición la variante de acceso a la gama en cuanto tamaño se refiere, es decir una unidad de paso corto (3.000 mm. de distancia entre ejes para una longitud de 4.813 mm.) y de techo bajo (1.980 mm). Números que extrapolados a lo que verdaderamente nos importa, se traduce en un furgón de 5 m3 de volumen útil y 1.200 kilos de carga efectiva.
Para llegar a estas cifras, la Proace propone de una zona de carga de 2.254 mm. de largo, por 1.600 mm de ancho (1.245 mm entre los pasos de rueda) y 1.449 mm de altura.
Este artículo, completo
publicado en la revista Truck
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Numero 76 - Diciembre 2013
Saul Camero
Probador de vehículos comerciales. Redactor especialista en Transporte y vehiculo industrial.
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