A vueltas con los escombros
De todas las tareas que pueden desarrollarse con un camión, seguramente una de las más ingratas sea el transporte de contenedores de escombros en las ciudades, cuya problemática hemos querido conocer de la mano de Juan Carlos López, un profesional del sector.
A casi todos nos ha tocado esperar, con impaciencia, y a veces con irritación, a que un camión recoja un contenedor, pero para conocer las características de este transporte hemos acompañado durante su trabajo a Juan Carlos López, que se dedica a recogerlos y transportarlos, a quien hemos preguntado si no se pone nervioso cuando empiezan a tocarle las bocinas. “No me pongo nervioso –nos dice-, pero me mosqueo. Porque encima de que lo haces rápido para molestar lo menos posible, hay alguien, que seguro que es de los que se paran en doble fila, se pone a darte bocinazos. Es cuando le digo “¡bájate y échame una mano!”.
Pero no todos los automovilistas son iguales, como nos corrobora el propio Juan Carlos. “En este tema tienen más paciencia las mujeres que los hombres. Que aunque luego sean de las que te dejan el coche en doble fila para recoger el niño en el colegio y no puedes pasar, solo unas dos de cada diez te tocan el claxon, e incluso te dicen que es porque tienen prisa. Y cuando las dices; “espérese un poquito, que esto no puede ir más deprisa”, se conforman”.
Juan Carlos López, nuestro camionero, tiene 47 años, está casado, y tiene tres niños, dos chicos de 17 y 13 años, y una niña de 9 años. Ahora él y su familia andan bastante fastidiados por culpa de la crisis, teniendo que hacer frente al pago de la hipoteca, los colegios, etc..., “ni siquiera podemos salir los fines de semana, para que voy a mentir, y si mi mujer no trabajara, tendríamos que recortar todavía mucho más los gastos”.
Un trabajo variado
Para Juan Carlos, su trabajo no resulta muy difícil. “En cuanto llevas una semana, si te gustan las cosas así un poco complicadas, enseguida te acostumbras. Además es variado, y aunque vayas varias veces a los mismos sitios, cuando el cliente termina la obra, siempre estas de un lado a otro, y lo mismo vas a Las Rozas, que a Móstoles, o a El Molar”.
Pero su semblante cambia cuando intentamos profundizar un poco más a cerca de su trabajo cotidiano. Los contenedores están destinados principalmente para echar escombros y otros materiales de las obras, pero la mayoría de las veces no es así. “Además de escombros -señala Juan Carlos- , lo normal es que te encuentres plomo, mucho PVC, cobre, cocinas y aparatos antiguos, y tubos de hierro, que te los ponen encima y los tengo que bajar, porque si pegas un frenazo se te meten en la cabina y una de dos o te pasan por la espalda o te salen por delante”.
Y es que en un mundo que predica el reciclaje, y en el que ya se disponen de diferentes recipientes para separar los distintos residuos, los contenedores se han convertido en el cajón de sastre donde va a parar todo lo que no sirve, como pinzas de sacar las muelas los dentistas, colchones, sillas, una silla de ruedas, y muchos muebles viejos. “La gente -nos cuenta Juan Carlos- todavía no sabe que se puede llamar al Ayuntamiento y se los llevan y no se paga ni un céntimo. Son cosas que por seguridad, tanto mía como de los que vienen detrás, los bajo del contenedor”.
También son muchas las bolsas de basura que terminan dentro del contenedor, lo que conlleva un problema añadido. “Si pasan unos días y se descomponen, el Ayuntamiento te envía un fax para que retires el contenedor, y si no lo retiras el día que te lo manda o al siguiente, lo hace la policía y tienes que pagar una denuncia”. Como tampoco se está a salvo de la picaresca española, de algunos “piratas” que por no pagar un contenedor echan los sacos en el ajeno, utilizando incluso puertas y tablas para aumentar la capacidad. Según nos cuenta Juan Carlos, esto también representa un problema, porque “si un contenedor está más alto de lo rasado es ilegal y la policía puede denunciar la obra y al que lo transporte. Vamos, que no tienes más remedio que vaciarlo, porque sí se cae un saco o lo que sea y hay un accidente en la carretera, el que se complica la vida soy yo”.
Poli bueno, poli malo
Sobre el tráfico, Juan Carlos opina que la gente que conduce; “se cree que un camión es igual que una bicicleta, y que se puede parar igual que un triciclo”. Para él, “los autobuses y los taxistas no solo son los números uno en formar atascos, sino que te salen, o te entran, o te van cerrando, y les da igual que vengas cargado, les da igual todo”.
En cuanto a los policías municipales opina más o menos lo clásico. “No te echan ninguna mano para nada. Solo están para ver si viene alguna persona que deja el coche mal aparcado, aunque sea porque va a recoger un anciano, o está cargando las bolsas de la compra, y que va a tardar treinta segundos, para acercarse con la receta preparada en la mano para ponérsela. Si tienes que entrar en un sitio un poco difícil, y se lo dices, a lo mejor te cortan un momento para que no pase nadie, pero más que nada porque ellos lo que quieren es que el tráfico vaya fluido. Si te hace falta cualquier cosilla, como que no tienes hueco porque los coches te los ponen delante, hacen caso omiso de movértelos.
Aunque, hombre, hay de todo, porque hay municipales que me han dicho; “Oye, mira, aligérate que esta calle es muy conflictiva, y tal”, y a veces, me han parado un poquito el tráfico para que pueda trabajar más fácilmente. Otros agentes a veces llegan y te dicen que sí la obra no tiene permiso, que si tengo el permiso, que si para arriba, que si para abajo. Yo suelo decirles que esto no es una oficina, esto es una cabina de camión, que eso lo tiene que sacar el que esté haciendo la obra, y que se lo tienen que pedir al encargado, al dueño del piso, o al que sea, que nosotros no nos dedicamos mas que ha llevarnos el contenedor”.
Calcular el peso
En los trayectos interurbanos, los camiones que transportan contenedores son presa fácil para la Guardia Civil de Tráfico, a los que les exigen la documentación, y controlan el peso del camión.
“A veces esperan a tener tres o cuatro camiones y lo mismo te tiras ahí media hora parado. Luego te llevan a pesar casi siempre a la báscula que tienen más próxima, pero a mí me ha comentado gente de, por ejemplo, cogerles en Pinto y llevarles a Perales, que son 45 ó50 km, o sea dos o tres horas tranquilamente”.
Y, claro, el exceso de carga conlleva la inmovilización del camión. “La última vez, hará unos tres meses, tuve que llamar a mi jefe, que iba con un contenedor de los pequeñitos, los pusimos debajo del camión, atravesado, y tuvimos la suerte de que según basculamos lo que sobraba cayó encima. Lo poquito que cayó al suelo lo recogimos, nos volvió a pesar, y bueno, ya era el peso adecuado. Pero de todas formas la multa ya la tienes. Si te pasas mil kilos son mil euros, si te pasas dos mil son dos mil euros, si te pasas cuatro mil, son cuatro mil pavos”.
Pero la duda surge en cómo calculan estos profesionales el peso del camión, si el contenedor lo dejan en la calle, y son los obreros de la construcción los que lo van llenando. Enseguida Juan Carlos nos lo aclara. “Me hago una idea más o menos cuando cojo una cuesta. Por ejemplo, cuando tomo la cuestecita que está al principio de la M-50, e la salida 5, con dirección a Paracuellos y Fuente del Saz, según yo veo como coge el camión la subida ya veo si está o no pasado de peso”.
Juan Carlos, cuya ilusión antes era comprar un camioncito e independizarse, y que también soñaba con llevar un tráiler, “un Scania, el último modelo, al que le pintaría la cabeza de amarillo”, se ha tenido que conformar con que su empresa, que está pasando por momentos difíciles, le mantenga el sueldo. “Se trabaja más y se cobra lo mismo, pero bueno. Hemos tenido dos meses o así un poquito mejores, pero ahora de cinco camiones que tiene la empresa puede que haga un porte cada uno al día, o ninguno. El jefe con lo poquito que sale, como él dice, se mantiene, las empresas le van pagando cuando pueden el poco dinero que le deben, y va aguantando, pero no está muy optimista. Yo tampoco estoy muy tranquilo, pero por lo menos dinero para pagarnos el sueldo la empresa si tiene”.
Este artículo, completo
publicado en la revista Truck
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Numero 94 - julio/agosto 2015
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