Pegaso en la memoria
Aunque hace algunas décadas ya que Pegaso, la última marca genuinamente española, desapareciera del panorama nacional de los vehículos industriales, todavía hay gente como Rogelio Cerezales que se empeña en honrar su memoria.
Rogelio es uno de esos afortunados en la vida que han podido acometer el retiro con una gran pasión y actividad que le llena en gran medida sus días. No hay que convertirse precisamente en un Sherlock Holmes para descubrir que nuestro amigo es un pegasista como pocos, más si cabe si cuando lo encontramos viaja al volante de su Bierzo Bus, al que ha transformado en una auténtica unidad móvil para amantes de la historia del transporte.
Y es que si en ocasiones uno debe aplicarse al máximo en este oficio de hablar con la gente para explicar a modo de reportaje lo que el personaje de turno alberga, no ocurre en este caso, puesto que Rogelio ha convertido un poco conocido modelo de autobús Pegaso 5117 en un auténtico escaparate ambulante de parte de su trayectoria personal e incluso de buena parte de sus pasiones.
Porque la decoración exterior del Bierzo Bus nos muestra claramente que estamos ante alguien que siente la marca Pegaso con un fervor casi religioso, como muestran dibujos que plasman algunos momentos gloriosos de la marca: carreras de camiones con uno de los Troner del equipo oficial con que la marca defendió sus colores en la década de los 90, el Pegaso Tecno de Alvi Truck Sport, uno de los míticos turismos deportivos Pegaso de competición de los años 50 del pasado siglo…
Únicamente la ventana trasera de este Pegaso muestra un vehículo que no tiene el honor de ser un Pegaso, pero claro, se lo perdonaremos, puesto que se trata de un homenaje al mayor ídolo del automovilismo, Rogelio dixit; se trata del malogrado Ayrton Senna y su Mclaren de F1.
Recuerdos vivos
Charlando frente a este bus Pegaso 5117 del año 1989 la conversación llega prácticamente de inmediato a las viejas glorias del transporte pesado: “En la parte trasera el paisaje que pintamos corresponde la central de energía eléctrica de Ponferrada, donde trabajé muchos años. En el paisaje pedí que me pintasen uno de los primeros modelos de Pegaso, el conocido Mofletes, pero además junto a él puede verse un camión grúa Pegaso muy particular de cuatro ejes, que fue uno de los primeros vehículos que pude conducir, perteneciente a la empresa Grúas y Taller Hermanos Sánchez, cuando apenas había cumplido los 16 años.”
Quien así nos habla no puede ser otro que el propio Rogelio, quien se ha convertido en una especie de guía de este auténtico museo rodante de la historia pegasista en que se ha convertido el Bierzo Bus.
“A los 14 años –continúa Rogelio- entré a trabajar en este taller de Ponferrada, donde se realizaban todo tipo de trabajos mecánicos y a medida que las instalaciones de ENDESA se iban ampliando empezó a haber trabajos para las grúas cada día de más entidad. Era la época en que se estaban construyendo los pantanos, las centrales eléctricas, líneas de alta tensión… Y todo requería mover maquinaria de muchas toneladas de peso. Había pocos medios y por aquel entonces la flota pesada de grúas en el taller eran las máquinas más grandes en la zona del Bierzo.
Teníamos un camión Mack de tres ejes transformado a grúa y otro GMC militar 6x6 con un cabrestante. Por eso para dar servicio a la construcción la carretera nacional y para ENDESA los responsables del taller decidieron transformar un camión Pegaso, del modelo cabezón, que se había estrellado destrozando su frigorífico. Era de un transportista gallego que iba al pescado. El camión se transformó para que fuera un chasis cuatro ejes 8x4, con doble tracción trasera. Gracias a la grúa que se montó sobre el chasis podía levantar hasta 25 toneladas, después en el mismo taller se le añadieron contrapesos y se mejoró la pluma hidráulica, de modo que con ese Pegaso pudimos llegar a las 35 toneladas y los 32 metros de alcance. El viaducto de la antigua N-VI a su paso por Ponferrada no podía haberse finalizado sin transformar así este camión.”
Un chaval al volante
Rogelio no era más que un aprendiz del taller, pero solía acompañar al conductor de aquel fantástico Pegaso grúa 8x4 y entre las agotadoras jornadas en la construcción de todo tipo de infraestructuras y las carreteras estrechas y tortuosas de la época lo cierto es que no era extraño que se aprovechasen los tramos más simples, por ejemplo al sur de la cercana Astorga, una vez superada la parte más montañosa de la ruta, para dejar que el chaval tomase el volante mientras su conductor titular echaba un sueñecito…
Tras aquellos felices años como gruísta auxiliar, a juzgar por el brillo que surge en el rostro de Rogelio mientras los recuerda, nuestro protagonista se sacaba el carnet de conducir y se plantaba en la lejana Barcelona en busca de un empleo: “Encontré trabajo como repartidor de bombonas de butano por Valle De Hebrón, una zona de la capital extremadamente montañosa, donde sudabas mucho pero podías sacar un buen dinero a base de las propinas con que los vecinos te animaban a subir las cuestas y escaleras cargado con las bombonas. “
Después del Ebro de morro del butanero, Rogelio parecía decidir que el riesgo no era algo a rechazar, puesto que su siguiente empleo, hasta realizar el servicio militar, lo pasaría trabajando por todo el país en una empresa de voladuras con dinamita.
En definitiva, Rogelio tuvo una larga vida laboral al volante de infinidad de vehículos industriales, muchos de ellos de la marca Pegaso y, claro, cuando se planteó ocupar su tiempo libre decidía seguir con un Pegaso entre manos. Realmente, viendo lo bien que se le da, no podemos más que sentir franca y sana envidia.
Este artículo, completo Numero 66 - enero 2013 |
1 comentario
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Martes, 05 Julio 2016 13:38
publicado por cristobal
Me gustan mucho las historias con Pegaso, me emocionan. Siempre en mente PEGASO, el Camión Español
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