Ford, La revolución se llamó T
La producción de vehículos industriales de la multinacional Ford comenzó en 1905, pero sería el T el vehículo que revolucionaría no sólo el concepto de turismo, sino también el de la furgoneta y el furgón, causando su desaparición un enorme revuelo entre sus clientes.
Henry Ford lo dijo sin pelos en la lengua: “si nos hubiéramos quedado con los caballos como tracción en el campo del transporte, éstos nos hubieron comido a nosotros”. Calculó que una furgoneta de las suyas era capaz de reemplazar entre tres y cuatro carros tirados por dos caballos cada uno, o sea entre seis y ocho caballos, un cálculo hecho sobre kilómetros recorridos/carga transportada en un día de trabajo. Para dar comida a ocho caballos, que también comen cuando no trabajan, se precisan 16 hectáreas de tierra cultivable, a parte de cuadras y personal para su cuidado. Además, los caballos echan sus heces en cualquier parte, al igual que su fuerte orina, o sea las ciudades se hubieran inundado de estiércol y hubieran sido contaminadas de un fuerte olor… a caballo. Con estas palabras al viejo Henry Ford se le abrieron las puertas de las nuevas empresas, además llevaba a mano un cálculo de cuánto costaría el mantenimiento de sus vehículos y la compra.
Ford había iniciado en 1908 una revolución en el mundo del transporte con su modelo T, con la simplificación al máximo de todo el proceso de producción, y la drástica reducción de los costes del modelo para venderlo a un precio muy reducido en grandes cantidades a todo el público. El modelo equipaba un voluminoso motor de cuatro cilindros fundido en un solo bloque de 2.900 centímetros cúbicos, válvulas en forma de L y una culata desmontable. Además heredaba la transmisión planetaria de dos velocidades de los modelos anteriores. El modelo, diseñado por el mismo Ford, era simple y escueto, y además, versión única, que tenía que servir como coche de familia a la mayor cantidad posible de americanos. Ford tampoco dejo elección en el color, solo ofrecía su modelo en negro. De la nueva planta de producción en cadena sólo salía este modelo, que tampoco permitía otra carrocería que la de Tourer abierto.
El automóvil si gustó, pero no las decisiones del patrón. Ni los concesionarios ni los clientes hicieron caso a las pautas, y muchas empresas artesanas comenzaron a montar sobre el mismo modelo una serie de carrocerías comerciales, desde pick-up a furgones cerrados, pequeños autobuses y lo que el cliente pidiese. En algunas ocasiones cambiaron su estructura por bastidores alargados y ruedas traseras gemelas para poder aumentar la capacidad de carga. Fueron naciendo una serie de versiones inimaginables, y el Ford T se convirtió en un vehículo que servía para todo y para todos. Los usuarios también pasaron por alto la advertencia de la marca de que sólo se podían transportar hasta 340 kg., y cada cual resolvió el problema de una posible rotura del bastidor a su manera.
Prácticas prohibidas
Algunos Ford T recibieron una carrocería de autobús sobre un bastidor alargado, y una serie de ingeniosos transportistas idearon un servicio ilegal de línea regular en algunas zonas de Norteamérica, hasta que tal práctica fue expresamente prohibida a principios de los años veinte. También hay constancia de por lo menos un Ford T transformado en nada menos… que una iglesia, que se acercaba a su feligreses sobre ruedas. El Ford T también servía para tren de cercanías, acoplando dos y hasta tres modelos equipados con ruedas que funcionaron sobre los raíles. Era bastante fácil desobedecer las recomendaciones del fabricante, Estados Unidos era un país inmenso y el automóvil Ford muy simple de reparar. Además muchas empresas se hicieron representantes no sólo de la marca, sino sobre todo de las piezas de recambio, que pronto se consiguieron en todo el país sin problemas. Su tecnología simple permitía realizar fácilmente cualquier cambio en el modelo, con sólo mantener la mecánica en su sitio.
El modelo T al principio sólo se fabricaba en las plantas norteamericanas de Ford, pero desde 1911 también comenzó a producirse en la factoría británica de Manchester. Después, a partir de 1916, fueron ensamblados en una planta primeramente ubicada en Burdeos en Francia y más tarde en Asnières. En 1920 se empezaron las producciones en las instalaciones de Ford España en Cádiz y, desde 1928, en la filial alemana, inicialmente ubicada en Berlín, pero trasladada más tarde a Colonia.
El Ford TT
A pesar de su opinión contraria al principio, la Ford americana lanzaba su primer T en versión comercial en 1911, de prueba, ya que parecía que se les escapaba un negocio muy prospero. No fue hasta 1917 que Ford presentó la versión comercial de forma definitiva, el TT, modificando algunos aspectos principales. Contaba con una capacidad de carga útil de una tonelada, bastante más de lo que era capaz de soportar el simple T, además se construyó con una batalla visiblemente de mayor tamaño que su popular hermano y un nuevo eje trasero con tornillo sinfín en combinación con la vieja suspensión de un solo muelle transversal de ballesta. También se cambió el tipo de neumático, las ruedas denominadas de artillería con sus radios de madera por modelos más anchos y más robustos.
A pesar de esta evolución realizada por la fábrica, los carroceros y artesanos seguían prefiriendo el modelo T para hacer sus transformaciones, no haciendo mucho caso a sus limitaciones en peso. El Ford T destacó por su robustez, la simplicidad de su mecánica y un motor que aportaba la potencia justa para cualquier necesidad. Además, gracias a su elevada altura, podía utilizarse como un modelo todo terreno ligero, lo que facilitaba su uso en los pésimos caminos fuera de las grandes ciudades. Por esta razón el Ford T conquistó tanto terreno en los Estados Unidos, ya que podía utilizarse en cualquier rincón del continente. También fue utilizado durante la primera Guerra Mundial por varios países europeos.
El Ford T tuvo una enorme aceptación en las Islas Británicas, donde salieron muchas furgonetas sobre esta base. La empresa Dixie Convertible logró un sistema de fácil quita y pon de carrocerías distintas, ofreciendo así una gran variedad de carrocerías industriales sobre Ford T, para el transporte de caballos, ovejas, ambulancia, funeraria, microbús y simplemente tipo furgón, todos ellos de mayor tamaño que la carrocería original, lo que proporcionaba una longitud superior pero sobre el mismo bastidor, con sobresalientes más pronunciados. Un sistema no aprobado por la misma Ford por razones de posible sobrepeso en el eje trasero.
En 1914 se creó en Inglaterra la British & American Import Co (BAICO), que se dedicó a aportar ingeniosas transformaciones de modelos Ford T en furgonetas de toda índole, incluido una versión alargada de bastidor, con un eje trasero suplementario sin tracción, pero que permitía una carga superior. Realizó modelos TT de hasta 2,5 toneladas de carga útil, gracias a una nueva suspensión trasera con brazos semielípticos, un eje trasero reforzado y sobre todo una modificación en la caja de cambios para optar por cuatro marchas.
Cuando ya por fin en 1927 se pudo convencer a Henry Ford de cambiar su único modelo por uno nuevo, las cadenas de fabricación se paralizaron durante algunos meses. Entonces, sacos enteros de cartas de protesta llegaron a la central de Ford en Detroit, quejándose de la desaparición del modelo T, y muchos concesionarios se cambiaron, enfadados, a la competencia. Nació en 1928 el modelo A, con motor de cuatro cilindros en un solo bloque y la culata desmontable, pero aumentado a 3.300 centímetros cúbicos, manteniendo el modelo su clásica suspensión trasera. No era en modo alguno un modelo revolucionario, pero su robustez hizo que pronto aparecieron camiones evolucionados directamente de este nuevo modelo A, los AA.
Bocanegra y su equipo
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