El verano invita a hacer vida fuera de casa. Las altas temperaturas, el sol, las visitas a la playa, las vacaciones, todo se une para que pisemos la calle. Además, muchas veces resulta apetecible comer en una terraza, mirando al mar, de las que están plagadas los restaurantes de las zonas turísticas.

Todo ello está muy bien, pero debemos tener muy en cuenta todo lo que comemos puesto que las altas temperaturas perjudican los alimentos. En casa no suele haber problemas porque no se compran grandes cantidades y todo va al frigorífico, pero los restaurantes sí compran al por mayor y pueden no tener el cuidado necesario para conservar los alimentos.

Por otro lado, el calor atrae a los mosquitos y otro tipo de insectos que pueden estropearnos las vacaciones si no se tiene cuidado.

Si además le sumamos la alta incidencia de las deshidrataciones y de los golpes de calor, nos encontramos con esta otra cara del verano. Debemos tener en cuenta todos estos factores para disfrutar de las vacaciones evitando cualquier tipo de percance.

Las picaduras

Las más frecuentes son las de avispas y abejas, que clavan su aguijón provisto de un veneno débil. Si no son muy numerosas no resultan dañinas y sólo provocan hinchazón y fuerte dolor localizado.

Cómo proceder:

Lo primero es sacar el aguijón si éste sigue clavado. Una vez cerciorados de no tener el aguijón dentro hay que aplicar una compresa mojada en amoniaco o acudir a la farmacia para adquirir algunos de los productos específicos para estas picaduras.

En el caso de las picaduras de mosquito, lo ideal es prevenirlas con repelentes de mosquitos y vistiendo colores claros y no chillones.

En el caso de haber recibido una picadura basta con poner sobre las zona afectada un cubito de hielo y una pomada para picaduras.

Quemaduras

Se clasifican desde el tipo uno hasta el tipo tres, siendo el último el más peligroso. De todas formas son más críticas las quemaduras con una gran área de extensión que otra de un grado mayor pero más localizada.

Cómo proceder:

Si la picadura es de primer grado y poco extensa lo ideal es aplicar frío durante un rato y después poner una pomada para quemaduras. Si por el contrario la quemadura es algo más grave nunca se deberán explotar las ampollas ni aplicar pomadas, antisépticos ni antibióticos. Se debe lavar con agua fría y jabón, cubrir la zona con una gasa y acudir al centro de salud más cercano.

Heridas

En verano el calzado es más ligero, solemos ir más a menudo descalzo, y por esto son muy frecuentes las rozaduras o heridas en piernas y pies.

Para curar una herida lo primero que hay que hacer es lavar la zona con agua y jabón, aplicar un antiséptico que contenga iodo y cubrir la zona con una gasa o un vendaje.

Una herida hay que limpiarla siempre por pequeña que sea y si, además, no has sido vacunado contra el tétanos, es importante acudir al médico para que valore la posibilidad poner la vacuna.

La gastroenteritis

El ingerir productos en mal estado puede provocar enfermedades muy graves. La peor de ellas no es la gastroenteritis, pero sí es muy molesta y puede ser preocupante. Se trata de una enfermedad producida por virus, bacterias, medicamentos y, sobre todo, por alimentos en mal estado. Los microorganismos procedentes de ellos generan toxinas que provocan una infección e inflamación de las mucosas del estómago y el intestino que alteran el mecanismo de absorción y secreción de éste último.

Los síntomas más característicos de este padecimiento son dolores abdominales, cansancio y dolores musculares, náuseas y vómitos, diarrea y, a veces, fiebre y dolor de cabeza. Asímismo, no siempre aparecen todos los síntomas, sino que pueden hacerlo solamente algunos de ellos.

La deshidratación

Con las altas temperaturas el cuerpo suda y pierde líquidos. Es importante rellenar con líquido nuestro cuerpo más a menudo que en otra época del año.

La bebida no debe estar muy fría, pues ello podría conducir al corte de digestión. La gravedad se presenta cuando la pérdida de fluidos es excesiva, pues puede conducir a una deshidratación severa, la cual puede ser mortal.

El verano es propenso a contraer diarreas. Y éstas son una de las causas principales de la deshidratación, ya que, a causa de ellas, se pierde mucho líquido. Lo mismo sucede con las indigestiones, que nos hacen vomitar, y la sudoración profusa por situaciones, por ejemplo, de fiebre. Pero, simplemente, una prolongada exposición al sol sin beber puede igualmente producirla.

Existen dos segmentos de población que son más susceptibles de padecer deshidratación: los bebés y niños pequeños, ya que su cuerpo contiene una mayor proporción de agua, y las personas mayores, que tienen menor capacidad para retener el agua y también para apreciar la sensación de sed.

El golpe de calor

De entre todas las enfermedades cuya frecuencia es mayor en verano, probablemente, ésta sea la más peligrosa, puesto que, llegada a situación límite, el organismo colapsa, produciendo la muerte. Por tanto, es fundamental tomar precauciones ante ella, especialmente por parte de aquellas personas obligadas a trabajar al sol y a altas temperaturas en verano.

Cuando hace mucho calor, el principal mecanismo que refrigera el cuerpo es la sudoración. Pero en días excesivamente calurosos, el sudor puede no ser suficiente para eliminar el calor que acumulamos, por lo que nuestra temperatura corporal sube. Cuando sobrepasa los cuarenta grados la situación es grave y, si no se trata, y continúa ascendiendo, puede derivar en la muerte.

Por otra parte, algunos de los síntomas más comunes del golpe de calor son los siguientes: debilidad, dolor de cabeza y mareos, náuseas y vómitos, aceleración de los latidos del corazón, debilidad muscular y calambres, sensación de no poder respirar, piel caliente y seca, sin sudoración, e incluso, pérdida de conocimiento.

Por eso es importante buscar la sombra y evitar el contacto directo con el sol directamente sobre la cabeza.