Grúas Hermanos Sánchez de Ponferrada, memorias de un autodidacta
Adolfo es un jubilado que sigue rodeado de sus inventos, los que le sirven para facilitar la vida cotidiana y no aburrirse. Se define como “un práctico”. También podría definirse como un emprendedor, aunque él lo fue en los años 50 del pasado siglo, cuando no se había popularizado esta expresión actualmente tan en boga.
Nos encontramos junto a Adolfo Sánchez, un veterano de las grúas, los transportes de enormes dimensiones, la ingeniería y la mecánica en sus más insospechadas facetas. Podríamos preguntarle en que universidad cursó los estudios de ingeniería que le permitieron disponer de la primera grúa autoportante capaz para alzar 50 toneladas y alcanzar 32 metros de altura que hubo en el noroeste de España, pero sería un error. Sería desconocer como era el país y sus gentes en la dureza de mediados del pasado siglo:
“Empecé a repartir pan a los 7 años. A los 16 años pude estudiar para ser especialista tornero de taller y luego por correspondencia obtuve el título de encargado de taller. Nunca tuve tiempo para estudiar más. No paré de trabajar y no pude hacer mis primeras vacaciones hasta que mi hijo se fue al servicio militar”.
El primer Land Rover
En los años cincuenta, la región leonesa del Bierzo seguía siendo una zona mal comunicada donde el transporte y las obras de ingeniería debían enfrentarse a una geografía dura que no ponía las cosas en absoluto fáciles a hombre y máquinas. Así la primera grúa de nuestro protagonista fue un Land Rover 4x4, adaptado por él mismo y con la cual trabajó un tiempo hasta que pudo venderla y con aquel dinero, muchas horas, esfuerzo e ingenio lograba adaptar un camión de mayor capacidad para realizar las mismas funciones de grúa.
“Eran otros tiempos, teníamos muy poco y nos fabricábamos muchas piezas para mantener en marcha los vehículos que había” – dice Adolfo.
Entre aquellos primeros camiones, de mayor capacidad, hubo dos de origen americano, un GMC y un Mack que durante décadas participaron en las principales construcciones de la zona y en infinidad de rescates de vehículos en carretera.
Otros tiempos
Durante la conversación Adolfo nos va enseñando planos de sus viejas máquinas y la memoria parece surgir fresca y viva como si nos hablase de hace sólo unos días atrás en lugar de mentar trabajos y desafíos que tuvieron lugar hace más de medio siglo:
“Ahora te encargan un trabajo y puedes acudir con una máquina de 25 toneladas de capacidad, si resulta que no es suficiente pues pides otra de 50 toneladas y si todavía se queda corta pues usas a la vez dos grúas de 50 toneladas o hablas con otra empresa y alquilas una grúa de tantas toneladas y metros como haga falta. Hoy en día prácticamente no hay límite técnico.
Pero en los años 60 muchas veces simplemente sucedía que no había otra máquina mayor y debías ingeniártelas con el material disponible para acometer el desafío que te ponían delante”.
Momento cumbre
Adolfo Sánchez no duda en situar el momento cumbre de su inventiva, que marcaba el punto álgido del trabajo con materiales de fabricación casera, aunque ya debían acometer retos industriales de primera magnitud, como los que acompañaron la época del desarrollismo en el Bierzo y la España de los años 60 del pasado siglo:
“Con aquella grúa tuve que perder más cafés y horas en el taller que con ninguna otra. Para montarla teníamos el chasis de un Pegaso cuatro ejes que había quedado malparado en un accidente, un camión que venía con pescado y al que le pusimos un doble carro para convertirlo en un camión 8x4. En aquella grúa, que con su pluma hidráulica de tres tramos y dos plumines pudo alcanzar los 32 metros de altura, logramos que una máquina de 25 toneladas de capacidad cumpliera trabajos propios de maquinaria de 50 toneladas. Una maquinaria que en nuestra zona no existía“.
Mecano de peso pesado
En la elaboración de aquella grúa, sin la cual los primeros viaductos de la red viaria del Bierzo no se hubieran podido edificar, se utilizó material muy variado. Los cilindros hidráulicos que alzaban la pluma provenían de una excavadora, uno de los cabrestantes formaba parte de la antigua estación de metro del Sol en Madrid, reformada entonces e incluso el rodamiento que permitía el giro de la grúa provenía de un cañón de artillería.
“En parte costaba todo mucho más que ahora por la carencia de medios que teníamos, pero en otros aspectos las cosas estaban mejor que ahora. Ibas al banco, hablabas con el director y la garantía eras tú, como persona. Mientras trabajabas en el taller para poner en marcha una grúa así no entraba dinero y gastabas. Si le explicabas al del banco en lo que andabas y él creía en tu seriedad te aguantaba los números rojos hasta que la grúa empezase a trabajar y pudieras facturar de nuevo.”
Aquel Pegaso cuatro ejes con su grúa fue el estandarte de la empresa durante muchos años:
“Con el Pegaso al poco de tenerlo en marcha acudimos a la cementera Cosmos para descargar una máquina de tren de 25 toneladas de peso, que había que alzarla de una plataforma y dejarla sobre las vías. Pudimos hacerlo perfectamente, pese a que de entrada andaban buscando una grúa de mayor capacidad. Yo siempre tuve claro que una grúa no es más que una balanza. Para compensar el peso que cuelgas necesitas un contrapeso en el otro brazo. En este Pegaso en la parte trasera teníamos otra pluma más pequeña que servía para remolcar camiones pero también para mover el contrapeso hacia atrás si hacía falta y entonces las 2,5 toneladas que llevabas te podían hacer el mismo trabajo que un contrapeso inmóvil de 7,5 toneladas. Además en caso de necesidad nos permitía añadir otras 8 toneladas de contrapeso”.
Tras aquella época heroica seguirían los trabajos en edificaciones de pantanos, centrales térmicas e hidro-eléctricas y todo tipo de obra civil, aunque ya con la posibilidad de ir adquiriendo grúas procedentes de marcas especializadas.
Fabricación nacional
Entre la década de los setenta y ochenta, las grúas industriales procedían de fabricación nacional y marcas como la aragonesa Luna o la asturiana Muhkran de los cuales en Hermanos Sánchez hubo una variada flota de vehículos muy modernos y capaces para su época. Adolfo destaca la Muhkran 6x6 capaz de acceder a terrenos dificilísimos con la que trabajaron o bien otras como la Luna, con chasis de seis ejes, es decir una configuración 12x4, de hasta 70 toneladas de capacidad. Los tiempos poco a poco iban cambiando…
Este artículo, completo
publicado en la revista Truck
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Numero 88 - enero 2015
Joan Garriga
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