Reportaje: Fiesta camionera en Nürburgring
El Gran Premio de camiones en el circuito alemán de Nürburgring no reúne solo a los amantes del deporte de los pesos pesados, sino todo un ejército de entusiastas de la más importante fiesta camionera, que siempre gira en torno al Lejano Far West americano.
Pues sí, en esta ocasión nos hemos trasladado hasta el más auténtico salvaje oeste de Alemania, vamos el “Wilder Westen Deutsch” como dirían en la lengua de Goethe, y nuestro objetivo no era otro que participar en la mayor fiesta camionera del continente europeo. Nos referimos a la concentración de camiones que se celebra en paralelo al Gran Premio de Carreras de Camiones de Nürburgring, un evento que año tras año congrega cerca de 200.000 entusiastas “brummis”, y que celebraba su 32ª edición.
Nürburgring es un lugar tan mítico para los aficionados al motor como único. No en vano se trata de un trazado monstruoso por muchos detalles. De entrada, su antigüedad, activo desde 1927, pero tampoco podemos ignorar algunas de sus cifras: un trazado original próximo a los 25 kilómetros, con una longitud de extremo a extremo de 20 kilómetros y que en su interior alberga una pista a modo de circuito de carreras “convencional” de 5,148 kilómetros.
Ello permite algo al alcance de pocos lugares en el mundo, y es que en un fin de semana de julio el circuito puede alojar al unísono un Gran Premio del Campeonato Europeo de carreras de camiones, una concentración con festival de música country incluido y a la vez seguir alquilando su trazado largo para que aficionados a los deportes del motor de medio mundo midan sus habilidades y la resistencia de sus mecánicas. ¡Todo ello con 200.000 asistentes! Además, en el propio circuito se aloja un parque de atracciones centrado en el motor, casino, y varios hoteles.
Una fiesta XXL
La organización en Alemania, por muy festiva que sea la ocasión, es marca de la casa, así que no sorprende la ordenación que llevan a cabo en los aparcamientos del circuito. De este modo quienes tienen el mal gusto o la desgracia de tener que acudir en coche, como unos periodistas extranjeros en su Ford Fiesta de alquiler, tienen varios aparcamientos donde acudir; otros están dedicados a la acampada, donde nos maravillaremos con un ejército de diferentes tipos de caravanas; pero también vemos aparcamientos para quienes acuden en su camión, y otros para quienes acuden en su camión acompañados por los compañeros de su empresa y organizados por flotas.
También hay un aparcamiento donde sólo se admiten camiones de fabricación norteamericana, otro, inmenso por cierto, donde sus exclusivos pobladores han llegado conduciendo camiones convenientemente tuneados y personalizados. Eso sí, no se mezclan con los aparcamientos, varios pues en uno sólo no cabrían, destinados a los camiones y autobuses históricos. Encima, para mayor pasmo y disfrute de los visitantes en este aparcamiento-museo de la historia del transporte centro europeo se trata de ordenar las calles por épocas y marcas de vehículos. Vamos, que simplemente mientras tratamos de acercarnos al circuito cualquier amante del mundo del transporte ya disfruta ante sí de una espectacular concentración de vehículos industriales de todo tipo.
Menos mal que para trasladarnos de cualquier aparcamiento hasta el paddock del circuito existen varias líneas de autobús.
Inventiva brummi al poder
Brummi es el equivalente alemán a nuestro término “camionero” de toda la vida y si hay un lugar donde descubrir al auténtico brummi ese es Nürburgring durante el fin de semana de las carreras de camiones. Nos llama poderosamente la atención lo que consigue el laborioso carácter alemán cuando en lugar de enfocar su tenacidad al trabajo lo hace al disfrute y la fiesta.
De hecho, entre los VIP de la tribu camionera que se congrega anualmente en Nürburgring están quienes lograr reservar una plaza de aparcamiento en la mítica curva del trazado antiguo del circuito que se aprovecha como anfiteatro.
La fiesta alcanza tal nivel que la mayor parte de quienes allí se congregan ni tan siquiera logran alcanzar el paddock del circuito. Hasta hay muchos de ellos que tras la velada del viernes olvidan que hay algo parecido a unas carreras de camiones y a duras penas logran recuperar la forma para ponerse al volante de sus máquinas el domingo por la noche.
El tesoro más preciado
Tras nuestra visita a esta catedral del motor-camionero no pudimos determinar que valora en mayor medida un auténtico brummi. ¿Su bien cuidado camión o la cerveza? Y es que vimos auténticas muestras de ingenio para conservar el suministro de tan vital elemento líquido lejos de jarras ajenas. También nos maravillamos con detalles como un servicio móvil de barbacoa, trailers transformados en salones del oeste con solarium incluido para, digamos, olvidar durante unos días los sinsabores de la ruta. Pero sin lugar a dudas, el buen ambiente y el orgullo por la profesión propia que muestran los brummies alemanes fue el mejor recuerdo que nos queda tras visitar la gran fiesta camionera que año tras año congrega a miles de camioneros y sus gentes alrededor del castillo medieval de Nürburg.
El caravaning más camionero
Entre aquellos que prefieren viajar hasta el circuito de Nürburgring cargando con la casa a cuestas encontramos diversos estilos. Desde quienes han creado un auténtico engendro montando una caravana sin ruedas directamente sobre el chasis de un camión MAN de los años 70 hasta algunos de los equipos participantes en el Gran Premio con espectaculares motorhome. De entre ellos destacamos dos de los más espectaculares que vimos, uno sobre chasis MAN 6x2 y otro sobre un camión Ford de la gama norteamericana F650 donde no podía faltar el cromo.
Un tanto menos espectacular, aunque en pleno corazón de la Selva Negra alemana no podía más que llamarnos la atención fue una Nissan Trade 100 autocaravana en un estado de conservación propio de un vehículo recién estrenado. Tampoco estaban nada mal como autocaravanas un clásico Mercedes-Benz 1620 de los años 60 del pasado siglo que cargaba con un remolque caravana, eso sí escondido bajo la lona, o el Land Rover británico, ex ambulancia militar, al que unos entusiastas aficionados habían transformado en camper para acudir desde el Reino Unido hasta esta gran fiesta camionera.
¡Un poco de shopping!
Actualmente el circuito de Nürburgring no es tan sólo una auténtica catedral de los deportes del motor, sino también un parque de atracciones para niños grandes. Y, claro, no podía faltar el momento de comprar “juguetes”. En la galería comercial que flanquea el acceso principal al paddock del circuito encontramos desde un puesto de salchichas hasta una hilera de concesionarios de marcas tales como AMG, Cupra, Audi Sport... Si nuestro bolsillo no se encuentra convenientemente preparado también hay tiendas especializadas en adornos, todo tipo de letreros y maquetas. Pero, eso sí, conviene no confiarse pues algunas miniaturas de vehículos tan exclusivos como Bugatti o Ferrari pueden costarnos casi lo que el salario mínimo interprofesional. Queda claro que Nürburgring es un lugar exclusivo como pocos.
Joan Garriga
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