El Steam Wagon de Beyer, Peacock & Company, fogoneros en la carretera
El Steam Wagon de 1904, fue la respuesta del fabricante de locomotoras Beyer, Peacock & Company para contraatacar la incipiente aparición de los primeros camiones de gasolina que venían a romper la hegemonía del vapor.
A principios del pasado siglo una auténtica revolución se estaba llevando a cabo en las carreteras de los países más modernos del mundo. Los primeros automóviles se empezaban a hacer un ruidoso hueco en el transporte de pasajeros y mercancías por carretera, amenazando con desplazar a los numerosos carruajes y, lo que era más preocupante para la poderosa industria del carbón, amenazando incluso a los todavía incipientes sistemas de transporte por ferrocarril animados por locomotoras a vapor.
Desde que el británico James Watt inventase la máquina de vapor, el ferrocarril se había convertido en uno de los símbolos del progreso que toda nación moderna durante el siglo XIX debía tener en funcionamiento. Parecía que no podía haber otro medio de transporte más eficaz que los ferrocarriles impulsados por locomotoras a vapor que cada día ofrecían mayores potencias y permitían mover velozmente trenes de centenares de toneladas de peso total…
Petróleo frente a carbón
Sin embargo cuando el vapor empezaba a disfrutar de su dominio prácticamente universal extendido a todo tipo de mecanismos, desde los motores de los más modernos navíos hasta maquinaria de fábricas textiles pasando por ferrocarriles e incluso los primeros automóviles a vapor, llamados locomóviles, una rabiosa novedad técnica, el llamado motor de combustión interna, alimentado por gasolina, empezó a amenazarle.
Los motores de combustión interna resultaban ruidosos, necesitaban gasolina para funcionar y eso obliga a manipular con cuidado grandes garrafas de ese delicado y peligroso líquido, a la vez que se averiaban fácilmente y su potencia resultaba más bien escasa para atreverse a transportar poco más que cuatro o cinco pasajeros. De hecho durante la primera década del pasado siglo un motor a gasolina de 10 CV era un “maquinón” por su alta potencia.
Pero, aun así, los primeros coches irrumpían velozmente en un tráfico rodado hasta entonces reservado a los carruajes. No tardó en verse la ventaja de un artilugio casi tan veloz como el ferrocarril pero que podía transitar por los mismos caminos que los carruajes. Y poco a poco se iban creando mayores automóviles, el primer camión de Daimler de hecho databa de 1896 y con su humilde motor de 4 CV podía transportar 1.500 kilogramos.
La mejor defensa…
Siempre fue y será un buen ataque. Con ese lema en mente un veterano productor británico de locomotoras a vapor de Manchester, llamado Beyer, Peacock & Company en 1904 decidía plantar cara a los fabricante de camiones con motor a gasolina. Había nacido su Steam Wagon equipado con una pequeña a caldera y motor a vapor para demostrar que también en carretera la fuerza del vapor iba a imponer su clara superioridad.
El Steam Wagon de Beyer, Peacock & Company creado en 1904 podía con cualquier carga de la época, incluso servía para arrastrar varios remolques, dada su descomunal potencia que alcanzaba los 40 CV. Debemos tener en cuenta que uno de los camiones más eficaces de la época, el francés Berliet Type M de 1910 se conformaba con los 22 CV que rendía su motor de gasolina.
Sin embargo el Steam Wagon no sería más que un recuerdo anecdótico en la historia del fabricante de locomotoras de Manchester, puesto que sólo completaría algunas decenas de camiones a vapor con la marca en el frontal de Beyer, Peacock & Company. ¿El motivo? Si bien los primeros automóviles de gasolina tenían un complejo sistema de arranque a manivela, seguía siendo un proceso más fácil y rápido que llenar una caldera de agua, alimentar el fogón con paladas de carbón, esperar a tener presión y con ello disponer de la potencia necesaria.
Además la caldera siempre debía mantenerse alimentada y con presión de agua, ni poca presión para superar las pendientes ni excesiva para perder presión a modo de vapor lanzado por la válvula de escape o bien arriesgarse a sufrir una devastadora explosión… Sólo bastó que durante los años 20 y 30 la carrera tecnológica fuese haciendo crecer las potencias de los motores a diesel y gasolina para que el Steam Wagon quedase reservado para algunos nostálgicos de la historia industrial.
Eso sí, aquellos venerables vehículos a vapor siguen sorprendiendo por su robustez y fiabilidad. Como la reproducción a escala del Steam Wagon que ilustra este artículo creada en los años 80 del pasado siglo siguiendo los planos del modelo original de 40 CV. Toda una delicia observarlo en pleno funcionamiento y que nos devuelve a los tiempos de los pioneros del transporte de mercancías por carretera. Cuando el vapor era el rey.
Redacción Camión Actualidad
Editora redactora de CamionActualidad.es
Especialista en contenido on-line. Guionista, marketing y comunicación.
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