Fadisa Romeo: El Alfa Romeo que vino a España
Además de fabricar elegantes y singulares turismos, la marca italiana Alfa Romeo también producía camiones y furgonetas. Tras el intento fallido de unir Hispano-Suiza con Alfa Romeo en la posguerra, la que sí llegó a España fue la furgoneta de este constructor, que sería la precursora de la Ebro F108.
¡Qué atractivo sería montar una fábrica de Alfa Romeo en España! Eso debió de ser lo que pensaron seguramente los responsables cuando crearon Fadisa, Fábrica de Automóviles Diesel S.A., en la ciudad de Ávila en 1956, con un capital inicial que rondaba los 80 millones de pesetas, que muy rápidamente fue duplicado. Detrás de esta iniciativa se encontraba el hermano de Francisco Franco, Nicolás, lo que hace sospechar que las ideas iniciales fueron todavía mucho más ambiciosas, mucho más de lo materialmente posible. Pronto fue desaconsejable la producción de turismos, ya que habría requerido mucho más baraje industrial. De hecho hubiera chocado directamente con Seat. Lo que sí se quería y se podía producir en Ávila era la furgoneta Autotutto de Alfa Romeo, un modelo muy querido por los italianos debido a sus buenas prestaciones y su versatilidad.
Los preparativos se prolongaron durante tres años, tiempo que tardaron las instalciones en estar listas para iniciar la producción. Se alzaron unos edificios que ocuparon unos 28.000 m² a las afueras de la ciudad amurallada, concretamente en Las Hervencias, al lado de la carretera nacional hacia Madrid, a menos de 100 kilómetros de distancia. Aun así llama mucho la atención su ubicación, ya que Ávila, con sus entonces escasos 15.000 habitantes, no era un lugar muy propicio para alzar una producción de vehículos. No obstante, aun hoy día se fabrican allí las furgonetas de Nissan Motor Ibérica, sucesora de estas instalaciones.
Dos motores bien diferentes
El Autotutto, el vehículo para todos, tanto para familias como para comerciantes, había cambiado ligeramente de imagen, y fue finalmente la llamada Romeo-2 la que se fabricó en España. Las primeras unidades fueron ensambladas con componentes importados, ya que todas las piezas procedían de Italia, hasta que se pudo aumentar el porcentaje nacional hasta el 50% a mediados de 1960.
El modelo se ofreció entonces con dos motores muy diferentes, un propulsor diesel de dos cilindros y dos tiempos, desarrollado en Austria por Hans List, de la empresa AVL, con una cilindrada de 1.158 centímetros cúbicos y 30 CV de potencia a 2.800 rpm. Un motor sólido que destacaba por su reducido consumo de 7 litros cada 100 kilómetros. La oferta se amplió con un motor de gasolina procedente de la Alfa Romeo Giulietta, es decir, del reconocido turismo, ligeramente preparado para su uso en la furgoneta. Con cuatro cilindros de volumen total de 1.290 centímetros cúbicos, desarrollaba 35 CV a 3.500 rpm, lo que dejó claro que estaba muy “estrangulada” en comparación con el modelo de origen, con una compresión distinta y menores revoluciones, pero que resultaba más confortable a la hora de conducir dicha furgoneta que el motor diesel, castigando este placer con un consumo que rondaba los 11 litros.
Lo que más llamaba la atención fue la tracción delantera, por entonces no tan frecuente en las furgonetas, además con toda la mecánica por delante para dejar el espacio posterior para alojar la mercancía.
El departamento de carga contaba con 5,85 m³ y se podía cargar con una tonelada de peso. El bastidor era de una estructura soldada muy clásica en las furgonetas, con la suspensión anterior con ruedas independientes y una ballesta transversal, y la posterior también con las ruedas independientes, llevaba una ballesta de torsión con cuatro amortiguadores, que proporcionaban al vehículo una marcha extremamente suave. Contaba además con frenos hidráulicos en las cuatro ruedas.
Españolización
Tras las primeras 38 unidades de 1959 se cambió a un motor diesel Perkins, más grande y potente, con sus 1.621 centímetros cúbicos y 42 CV de potencia máxima, que además era considerado un producto nacional ya que estaba fabricado en las instalaciones madrileñas de Perkins Hispania. Gracias a este cambio se llegó a una nacionalización importante de esta furgoneta. De hecho, los motores Perkins eran por aquel entonces la referencia en los motores diesel: potentes, fiables y de bajo consumo, lo que favorecía a Fadisa. La variante con el motor Alfa Romeo de gasolina se quedó casi en el olvido tras el acierto con el nuevo motor diesel. Tan sólo algunos servicios oficiales como las ambulancias optaron por el motor de gasolina por la rapidez de su respuesta.
La nacionalización continuó en 1964, cuando se cambió la caja de cambios, que aunque seguía siendo una caja fabricada con licencia ZF, ahora la fabricaba la empresa ISA de Sevilla. Esta nueva caja era más robusta, lo que permitía llevar el motor al máximo régimen de 4.000 revoluciones sin problemas. Al mismo tiempo se mejoró el embrague y la dirección de tres tramos de acoplamiento en vez de los dos anteriores, un desarrollo también fabricado en España, en este caso por Imenasa de Pamplona.
Los precios de las furgonetas Alfa Romeo españolas (así dicho suena mejor que Fadisa Romeo) rondaban en 1964 las 176.114 pesetas para la versión chasis con cabina, pasando por las 191.893 para el furgón o las 207.672 peseta para la combi, para llegar a la oferta más cara, compuesta por el microbús normal a 213.780 pesetas y el de lujo a 229.050, precio franco fábrica pero incluido el impuesto de tráfico de empresas. El motor de gasolina de la Giulietta costaba 10.000 pesetas menos.
Tal y como ya pasó con el Autotutto italiano se ofrecían múltiples carrocerías: el furgón, el pick-up y el combi fueron las versiones más normales; aparte se ofrecía microbuses normales y de lujo, de entre 9 y 13 plazas, y con ojos de bueyes en el techo que daban mucha luminosidad, todo un acierto en este campo de los transportes de personas. También existía la versión ambulancia, principalmente equipada con el motor de gasolina, ya que de esta manera el conjunto sobrepasaba los 100 km/hora. Y el coche camping, un concepto que fue ganando adeptos en España.
Cambio de manos
En 1967 la nueva Motor Ibérica, por entonces en manos de Massey Ferguson (que a su vez era propietaria de Perkins), se quedó con Fadisa, tomando el relevo de la furgoneta la Ebro F-100, copia de la nueva Alfa Romeo F-12 italiana, manteniendo el símbolo de la marca italiana en el centro del frontal. No sería hasta el año 1971, con el lanzamiento de la Ebro F-108, cuando desaparecía el símbolo de Alfa Romeo, que hasta entonces se llevaba con tanto orgullo.
Quedó patente que la aventura de Fadisa resultó ser eso, una aventura, ya que en siete años se fabricaron un total de siete mil unidades, lo que no es mucho, y no queda muy claro que se hubiera logrado cubrir gastos. Ya bajo las alas del gran consorcio Motor-Ibérica la cosa cambió y la producción aumentó considerablemente.
Bocanegra y su equipo
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