Prueba de Furgoneta Citroën Jumpy 120 HDI
Recientemente galardonada con el premio “Van of the Year 2008”, la Citroën Jumpy se ha hecho acreedora sobradamente a esta distinción, pues concentra todas las virtudes que se pide a un vehículo de sus características.
Paso al comercial del año
Fiabilidad mecánica, economía de consumo, conducción segura, disponibilidad de gama, maniobrabilidad, comportamiento dinámico,… Estos son sólo alguno de los valores intrínsecos en la Jumpy que han dado como resultado que el modelo francés haya sido elegido como el mejor entre todos los comerciales, premio que le ha sido concedido “ex equo” con la Fiat Scudo y la Peugeot Expert, sus socios de Sevel.
Concentrar en un mismo vehículo todas estas características no es nada fácil, y mucho menos “convencer” al jurado encargado de otorgar el “Van of the Year”, más de una veintena de periodistas de otros tantos países que tiene especial cuidado en valorar las cualidades de lo más representativo de cada fabricante en un momento dado.
Toda una belleza
Con estos condicionantes, parece claro que el “elegido” –en este caso, los elegidos- como mejor comercial del año 2008 tiene mucho que aportar. Y realmente es así, tal y como hemos podido comprobar en primera persona.
Todo buen proyecto tiene que tener claro que, además de sustentarse en un desarrollo tecnológico de alto nivel, también debe proponer un formato atractivo que entre por los ojos al futuro cliente. Cierto es que en el sector en el que nos movemos priman más otra serie de factores, pues el profesional lo que pretende es adquirir un vehículo que le dé unas garantías a la hora de realizar su trabajo con la mayor eficacia posible, pero tampoco podemos obviar que en muchas ocasiones la imagen es un factor que sin llegar a ser perentorio, sí que influye en la decisión a tomar.
Pues bien, en este caso, la apariencia de la Jumpy no puede ser mejor, lo que sumado al estatus que mantiene Citroën en nuestro mercado en lo que respecta al segmento más profesional, a buen seguro que se convertirá en un acicate más antes de decirse por una opción u otra.
Pero entremos en materia. El vehículo del doble chevron se caracteriza por presentar una silueta en la que predominan las líneas curvas en su parte delantera, con unos faros muy atractivos de gran tamaño que se ubican en la mitad superior del frontal, a salvo de posibles pequeños impactos derivados de la conducción. También ayuda a mantener la carrocería sin mayores daños que los típicos arañazos o los roces de aparcamiento, un paragolpes sobredimensionado de color negro. A partir de aquí, y más concretamente del pilar B –los laterales igualmente están protegidos por molduras de plástico oscuras-, la Jumpy apuesta por los trazos más rectos hasta llegar a la zaga. El resultado, es un conjunto bastante sugestivo, muy por encima de lo que aportaba la generación anterior.
Ocurre algo parecido con el interior, pues la excesiva sobriedad pasada, ha dejado paso a habitáculo muy atractivo, que recuerda mucho al que proponen los monovolúmenes. Es decir, se ha optado por hacer de la cabina un lugar en el que el máximo aprovechamiento del espacio habitable sea uno de sus mayores reclamos.
Y es que además de estar todo perfectamente ordenado, se han emplazado huecos portaobjetos por todos los “rincones” del vehículo, en el salpicadero, encima del parabrisas, debajo del volante, en los laterales de las puertas, etc.
En relación al equipamiento, la configuración furgón, sin ser la variante que mejor dotación sugiere –eso queda para las versiones dedicadas al transporte de pasajeros- , sí que está a la altura de lo que se exige a un modelo de sus características, pues no falta, de serie o como opción, el aire acondicionado, los elevalunas y espejos eléctricos, el ordenador de abordo, o el control de velocidad de crucero, entre otros. Esto en cuanto a los elementos de confort.
Atendiendo por otro lado a los dispositivos y sistemas de seguridad, la Jumpy cuenta con ABS con ayuda a la frenada de emergencia AFU, airbag de conductor e incluso con suspensión neumática trasera, que deja el plano de carga a menos de 50 centímetros del suelo. Lamentablemente, en las arquitecturas furgón, no se ofrecen ni como opción el resto de airbag o los controles de tracción (ASR) y estabilidad (ESP), algo que hay que apuntar en el debe del modelo francés.
Si nos ha gustado
- Comportamiento en todo tipo de terreno
- Elasticidad del motor
- Diseño y funcionalidad
No nos ha gustado
- Equipamiento de seguridad
- Posición pasajero izquierdo banqueta doble
- Respuesta motor a bajo régimen
Excelente puesta en escena
En lo que sí han dado en el clavo los técnicos de Citroën ha sido en conformar un puesto de conducción inmejorable. Todo está pensado para que el conductor se encuentre lo más a gusto posible en la realización de su labor diaria. Una condición “sine qua non”, es poder disponer de regulación en el volante en altura y profundidad, algo que no falta en este modelo. A ello hay que añadirle las múltiples posibilidades de ajuste del asiento, que permite mantener posición por encima del plano frontal del salpicadero, lo que sumado a las amplias superficies acristaladas tanto frontales como laterales y a unos espejos retrovisores de gran tamaño, se traduce en una sensación de dominio muy acusada.
Ante este panorama, ya solo falta ponerse en marcha, no sin antes advertir que la motorización que teníamos ante nosotros era la intermedia en la escala de potencia, es decir, la diesel inyección directa de 120 CV, cifra, a priori, más que suficiente para poder mantener una marcha suave y nada forzada y que nos permita poder realizar maniobras de cierto riesgo (adelantamientos, incorporaciones a autovías, tránsitos con desnivel, etc.) sin el menor miramiento.
Tampoco hay que esperar una arrancada fulgurante, sobre todo si vamos a plena carga, en tanto que su mejor cara la ofrece a partir de las 2.000 vueltas. Esta consideración puede tener su efecto negativo en aquellas situaciones en las que hay que iniciar la marcha en múltiples ocasiones, léase en el tráfico urbano, pero no pasa de ser un mal menor, en tanto que no se trata de partir al estilo de un Fórmula 1. Sólo en situaciones puntuales, como los inicios en cuesta, puede que echemos de menos un punto más de bajos.
A partir de esta lectura, el motor ofrece su cara más positiva y va progresando de una manera firme y segura, y lo que es mejor de una manera muy plácida, no percibiendo brusquedad alguna por su parte en ningún instante.
Ello nos permite progresar rápidamente hasta alcanzar la velocidad deseada, algo en lo que tiene mucho que ver la caja de cambios manual de seis relaciones que incluye esta variante, que enlaza las marchas con una rapidez de respuesta sorprendente. Además, sus desarrollos son los justos como para que el propulsor no se vea forzado a trabajar en un alto régimen de vueltas, algo que agradeceremos de cara a conservar su fuerza y empuje prácticamente intactos.
Precisamente estos dos valores serán fundamentales para poder circular de una manera ágil cuando lo hacemos por carreteras abiertas, pues está capacitado más que de sobra para mantener un ritmo muy alto sin que la aguja del tacómetro se dispare. De tal modo, podemos mantener una velocidad de crucero de 120 km/h con la sexta marcha engranada sin sobrepasar las 2.500 rpm, lo que dice mucho de la fuerza que desprende.
Si por otro lado nuestro ámbito de actuación se traslada a ámbitos interurbanos, la respuesta mecánica es igual de eficaz. Llaman en este caso poderosamente la atención los valores de las recuperaciones, pues en pocas circunstancias el motor se viene abajo, salvo que dejemos caer las revoluciones más de lo necesario.
Un verdadero todoterreno
Otro de los factores que sin duda han ayudado a la Jumpy a ser considerada el comercial del año, tiene que ver con su excelente comportamiento en cualquier terreno por el que transite. Si lo hacemos por la ciudad, hace gala de una maniobrabilidad digna del mejor utilitario, pues el radio de giro así lo permite. En el caso de hacerlo por vías de alta capacidad, la calidad de rodadura es muy alta, más cercana a la que muestra un monovolumen que a la típica de un vehículo profesional. En ello tiene mucho que ver la plataforma de la que parte, idéntica a la del C8, que asegura un excelente comportamiento –en el paso por curva, parecemos estar a los mandos de un scalextric- merced también a un tarado de las suspensiones que aguantan perfectamente el paso de los kilómetros, pues los elementos elásticos que las componen se encargan de absorber los “vicios” típicos del asfalto hasta el punto de que se hacen prácticamente imperceptibles. Eso sí, el eje delantero peca de cierta aspereza -únicamente perceptible cuando llevamos mucho tiempo a los mandos-, pero ya se sabe, la perfección no existe.
Se trata en resumidas cuentas de un vehículo ideal para desenvolverse casi por cualquier tipo de vía, que ha mejorado enormemente en relación a su predecesor en todos y cada uno de los parámetros que podemos entrar a valorar y que, sin lugar a dudas, se ha hecho merecedor del premio que le fue concedido hace pocas semanas.
La cabina
El interior del modelo francés ha mejorado enormemente respecto a su predecesor. Por lo pronto, se ha conformado un habitáculo lo suficientemente amplio como para no sentirse agobiado con el paso de los kilómetros. Además, dispone de una banqueta doble que da cabida a dos pasajeros, si bien la parte izquierda de la misma presenta el inconveniente de que el hueco para las piernas no es el ideal, en tanto que el satélite en el que se ubica la palanca del cambio ocupa demasiado sitio.
En cuanto a la presentación, resulta bastante elegante, siendo la terminación la mejor posible para un vehículo de sus características. Y aunque la calidad de los plásticos se podría mejorar, del ajuste de las piezas que componen el salpicadero no podemos tener queja. El resultado, es un entorno con una calidad visual muy alta, a lo que hay que añadir que la ubicación de los distintos elementos que forman parte del panel frontal es casi inmejorable.
Compartimento de carga
Aunque no se trata ni de la versión de batalla larga ni de techo elevado, la caja destinada a la mercancía es lo suficientemente amplia como para que podamos portar objetos de tamaño considerable. Por lo pronto, el piso de carga se va hasta los 2,25 metros de longitud por los 1,60 metros de ancho –el paso de rueda llega a los 1,24 metros- y los 1,44 metros de alto, lo que da lugar a un volumen interno de 5 m3. Todo ello con una carga útil de 1.200 kilos.
En cualquier caso, Citroën también cuenta con una configuración de mayor capacidad volumétrica, concretamente de 7 m3, como resultado de combinar un vano de 2,58 metros de largo por 1,75 metros de alto.
Por otro lado, el piso de carga dispone de varias argollas para tener perfectamente sujeta la mercancía en todo momento.
Saul Camero
Probador de vehículos comerciales. Redactor especialista en Transporte y vehiculo industrial.
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