Manuel Quesada Seco, el routier de las alturas
Es costumbre encasillar a los transportistas en ciertos estereotipos, que en la mayoría de los casos no se ajustan a la realidad. Nuestro amigo Manuel Quesada, alias “Manu”, es un profesional que rompe esta tradición y da una imagen más actual y acorde con el transporte de nuestros días.
La vocación de transportista gran ruta, tardó en despertarse en el inquieto Manu ya que, si bien su labor siempre estuvo de una u otra manera ligada a la carretera, en sus primeros años se dedicó al transporte ligero con furgonetas, siendo su primera experiencia como repartidor con una Vespa que se había comprado con tan solo dieciocho años.
Sin embargo, sus raíces estaban en el volante, siguiendo el camino marcado por su padre que había desarrollado toda su vida laboral como chófer de la empresa municipal de viajeros TUA en Oviedo.
De carácter emprendedor y tras librar la “mili” se hace con una Nissan Vanette se dedica al nuevo campo de la paquetería urgente, logrando una confortable situación económica gracias a las noches sin dormir y a los miles de kilómetros cargados a sus espaldas. Esta saneada economía le permite dedicarse a uno de sus hobbys favoritos, el motociclismo y con un equipo propio corre el Campeonato Junior de 1986 hasta 1988.
De trotamundos a cumplir su sueño de llegar al Himalaya
Su siguiente etapa empresarial surge al socaire de esta afición y no fue otra que montar con un amigo un Padock-Bar en la capital asturiana que resulta otro éxito económico. Pero en todo este tiempo se había desarrollado en Manu una nueva afición que era el viajar a la aventura y el trekking... Paralelamente a su trabajo, Manu comenzó a hacerse “ciudadano de mundo” visitando gran cantidad de países con una original forma autogestionada de planificar sus viajes para hacerlos asequibles a su bolsillo. Viajar nunca fue barato.
Tras su paso por la actividad de la hostelería, complementada con su arraigada vocación de Phileas Fogg, nuestro protagonista recala en el mundo de la música rock como manager, “ingeniero de sonido” y transportista de una banda asturiana.
Afición por ver mundo
Desde joven Manu se aficionó al viaje y con tan solo dieciséis años recorrió toda España “a dedo”. “Eran tiempos de juventud y el conocer sitios y la aventura de lo imprevisto, eran un fuerte atractivo”, nos explica con cierto orgullo.
Más tarde viajó a República Dominicana donde “descansó” durante una año en casa de un amigo.
Egipto, Turquía, la antigua Yugoslavia, Moscú en plena perestroika, fueron otros de sus destinos. En fin, un espíritu ciertamente inquieto. Nuestro hombre tiene un “modus operandi” muy original para conseguir las mejores condiciones económicas para viajar. “Busco los momentos y las circunstancias que otras personas rechazarían. Por ejemplo, viajé a El Cairo después de un atentado. Los precios y las ofertas son claramente ventajosas tras algún acontecimiento negativo”.
Pero en el “debe” de la agenda viajera de Manu estaba el auténtico anhelo de culminar esta vocación de impenitente trotamundos con un viaje al techo del planeta; a la Cordillera del Himalaya.
En el devenir del tiempo, la vida y la actividad laboral de Manu había dado un giro copernicano. Había contraído matrimonio y fruto de este había llegado su primer y único hijo.
En 2007 y dejando atrás las veleidades e inseguridades de la banda de rock y tras un año sabático de reflexión y viajes, cambia su brújula hacia otra actividad, siempre marcada en el horizonte y hasta entonces irrealizable. Esta no era otra que la de hacerse transportista de carretera. Y para ello recurre a la solución más lógica y operativa para un autónomo; integrarse en una cooperativa de transportes. Para ello busca una plaza en la prestigiosa asociación asturiana Casintra, donde aúnan sus esfuerzos unos trescientos profesionales autónomos.
Lo siguiente fue comprar el camión y la tarjeta de transportes. Su equipo es un Mercedes Benz Actros MP adosado a una bañera Granalú con la que se dedica al tráfico de graneles en rangos comarcal y nacional. “Lo que busco en una cooperativa es la libertad -nos puntualiza Manu- libertad de trabajo, libertad de elección y libertad para dosificar mi esfuerzo”. Manu es un fiel seguidor de la máxima “trabaja para vivir, no vivir para trabajar”.
Y ello implica una filosofía de vida con la que se puede o no estar de acuerdo, pero que es la suya personal e intransferible. Y para ello no es un consumidor de camiones ni plataformas. Opera de una forma que podríamos llamar “sostenible” y que no es otra que hacer las inversiones ajustadas para mantener esta filosofía de vida y de profesión.
En busca de las cumbres
Con la vida totalmente planificada y resuelta en la cuestión laboral, Manu ataca su gran proyecto, su obra maestra; viajar al Himalaya. A todo esto, le pregunto cómo puede compatibilizar esta actividad viajera con su entorno familiar. “Verás -me aclara- tengo una estrategia pactada con la familia que es la siguiente. Tenemos unas vacaciones en común y luego me reservo unos días en las que me gusta “volar” en solitario”.
La búsqueda y los preparativos se prolongan dos años en los cuales Manu va haciendo acopio de los materiales necesarios, equipos, ropas, calzado, etc. Su estrategia de “optimización de costes” pasa por las visitas a ferias y mercadillos donde a precios de ganga se va proveyendo de todos estos costosos elementos de primeras marcas. Lo mismo ocurre con los tickets de viaje. A través de las distintas herramientas que le proporcionan las redes sociales dan en el centro de la diana. Madrid – Katmandú por 238 € vía Múnich, Mascate. “Si te digo la verdad disfruté tanto preparando el viaje como realizando el mismo. Fueron dos años muy divertidos y el terremoto de Katmandú de 2015 me facilitó las cosas y los precios”.
Y es que nuestro amigo aprovechaba los tiempos de carga y descarga y las esperas para agilizar los trámites diplomáticos a la vez que la planificación de su aventura.
Llegados a este punto, a mediados de abril del año pasado Manu pone proa al Himalaya para arribar a la capital de Nepal el día 10. “Es una de las dos mejores épocas del año para visitar el campamento base”. En Katmandú traba amistad con Gonzalo, otro español aventurero con el que decide compartir el viaje. Hacen el traslado hasta Luckla en avioneta para aterrizar en el aeropuerto más peligroso del mundo. “En el viaje anterior al nuestro se estrellaron y tres pasajeros perdieron la vida”.
A partir de aquí todo ha de hacerse a “golpe de calcetín” son cinco jornadas de ida y otras tantas de vuelta con una media de ocho horas diarias de caminata. Pero el resultado merece la pena. Manu y Gonzalo contrataron dos sherpas para ayudarles con el transporte del equipaje y para que les guiaran por las rutas más idóneas.
Tenemos pues a nuestro camionero en pos del techo del mundo... para constatar que los profesionales de la rosca hacemos otras cosas, aparte de comer profusamente y fumar farias uno tras otro.
Hombre de verbo fácil y de ideas precisas, a Manu le llevó todo el tiempo de convivencia en nuestro viaje “En su cabina” para relatarme las aventuras de su viaje. Bien podrían dar para editar un libro del que si fuera yo su autor, titularía “Aventuras y desventuras de un camionero astur en el Himalaya”.
Pero logró finalmente poner broche de oro su proyecto y el quinto día llegó por fin al campamento base de donde parten todas las expediciones hacia el Everest. La estancia en el mismo se prolongó tan solo un par de horas ya que la pobreza en oxigeno del aire y la noche que se echaba encima recomendaron el regreso. A final de la escalada Manu se nos volvió filósofo y tras unos últimos días con la salud seriamente quebrantada, forjó un lema para este, su viaje estrella. “Para un no profesional del trekking, 10 días de caminata de 8 horas diarias desde Luckla a 2.800 metros de altura hasta el campamento base a 5.400 metros me permitió descubrir que cuando te faltan las fuerzas físicas para lograr un propósito, lo único que nos sostiene es la fuerza del espíritu”.
On the road again
Todas estas confidencias tuvieron lugar en un viaje que compartimos desde Asturias hasta Azcona en Navarra transportando abono para una cooperativa agrícola del pueblo. Se trataba de abono a granel, mercancía idónea para la “bañera” de Manu.
Es un viaje bastante habitual para nuestro protagonista que compagina los arrastres locales y regionales con este tipo de transporte de distancia media. Eran varios los camiones de Casintra que compartían ruta con nosotros, entre ellos nuestro común amigo Dani Riesco y su impoluto Scania.
En Casintra encontró la libertad que buscaba
Con el viaje de vuelta ya en la cartera iniciamos la ruta en domingo para aprovechar al máximo el tiempo y estar el lunes a primera hora en la puerta del cliente. Las infraestructuras han acortado generosamente los tiempos de viaje y ello nos permite salir de casa después de comer para hacer noche en un lugar muy camionero como lo es el Hostal Europa en la N-I a la entrada de Vitoria.
Allí nos esperaba para compartir mesa y mantel otro buen amigo de esta profesión de escribir cosas sobre el transporte; ni más ni menos Txetxu Calleja con cuya amistad me honro desde hace más de treinta años. Tras una corta sobremesa, ya que estábamos en el inicio de la “desescalada”, nos entregamos a un sueño reparador hasta la mañana siguiente. Calentamiento de motores tras un breve café para enfilar la ruta de Alsasua y tomar en Echarri Aranaz la estrecha carretera que lleva hasta el puerto de Lizárraga que escalamos con todo cuidado. La gran ventaja es la ausencia de tráfico que nos permite adueñarnos de la calzada.
En Azcona teníamos dos camiones delante para descargar, pero Manu es hombre tranquilo y de nervios de acero. Tras la descarga en la nave de la cooperativa AN enfilamos la ruta de Burgos por la N-232 pasando por Logroño para alcanzar Belorado donde cargamos con destino a casa a última hora de la mañana. Desde Burgos la cosa ya es más fácil gracias a la autovía Camino de Santiago. A estas alturas Manu me pregunta “Tienes mucha hambre, porque si aguantas vamos hasta Casa Juanjo, si bien llegaremos sobre las tres”.. ningún problema. Siempre es un placer parar a comer en casa de otro gran profesional de la restauración y amante de los camiones como lo es el leonés Juanjo.
Manu es un todo terreno de la vida y del transporte
Allí nos encontramos con otros dos veteranos integrados en Casintra; Luís Mere y Javier “el de Mieres”. La comida fue agradable, distendida y con la acostumbrada calidad de los manjares, atentamente dispuestos por Jose y sus ayudantes. Aquí la sobremesa se prolongó más de lo acostumbrado al calor de la charla y los cafés.. uno que no tenía que conducir lo completó con un agradable “digestivo”.
El relato de la aventura, el viaje y la jornada llegaron a su punto final en el amplio parking de Casintra con el camión de Manu perfectamente aparcado y con otra larga tanda de “batallitas” con algunos amigos que se encontraban a la espera de viaje en la cafetería de la cooperativa.
Ahora tan solo nos queda esperar a la próxima aventura de Manu y a que sea tan gentil de volver a contárnosla “en su cabina, o en la mía”.
Hoja de la Ruta
Día 1 Hora 16,00: Reunión para emprender la marcha en el parking de Casintra en Meres, Siero. Acomodo la bolsa de viaje y las cámaras en la cabina del Actros 1846 y nos ponemos en marcha.
Dia 1 Hora 18,45: Parada “estratégica” en el área de servicio de Ugaldebieta en la A8, Autovía del Cantábrico, a la entrada de Bilbao.
Dia 1 Hora 21,30: Llegamos al amplio parking del Hotel Europa. Cerveza de relax en la terraza a la espera de la llegada de Txetxu Calleja. Cena y cama confortable OSS (Old School Style)
Día 2 Hora 07,00: Diana y sobrio café. Arranque de motores y A-I en dirección Alsasua. En Echarri Aranaz dirección al Puerto de Lizárraga.
Dia 2 Hora 09,30: Llegada a destino; Cooperativa AN en Azcona, Navarra. A nuestro turno procedemos a la descarga basculando. Maniobra un tanto complicada dada la altura del techo de la nave.
Día 2 Hora 11,30: Llegamos a Belorado para proceder a la carga de mineral con destino a Arcelor en Asturias.
Dia 2 Hora 15,15: Nos espera el amplio parking de Casa Juanjo en Palanquinos, León. A la mesa nos acompañan Luis Meré y Javy, veteranos de la ruta y compañeros en Casintra. Comida agradable y distendida.
Día 2 Hora 19,15: Por la autopista de Huerna nos adentramos en Asturias para rendir viaje en el punto de partida; Casintra. Amarramos los caballos y tomamos unas cervezas con otros veteranos del transporte asturiano. Fin de viaje.
Este artículo, completo
publicado en la revista Truck
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Numero 144 - febrero 2020
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