Los “diez mandamientos” del ahorro
En tiempos de crisis se hace más imprescindible que nunca reducir gastos para que el transporte sea mínimamente rentable. Pero también la elección del vehículo idóneo y todo lo que ello comporta (versión, equipamiento, tipo de financiación, seguro, etc.) resulta fundamental para hacer más llevadera nuestra economía. Damos las diez claves de cómo hacerlo.
1. Decidirse por el vehículo correcto
Antes de acudir a un concesionario, debemos de tener claro qué tipo de transporte vamos a realizar, de manera que elijamos en todo momento el vehículo que mejor se adapte a nuestras necesidades, ya sea por modelo, tipo de arquitectura (furgón, chasis, etc.), pesos o dimensiones. Dependiendo del radio de acción –y también de la carga a la que tengamos que hacer frente-, escogeremos un motor u otro, lo que puede hacer, entre otras cosas, que nuestra factura sea mayor o menor.
2. Buscar la mejor oferta
Ahora más que nunca, resulta realmente importante beneficiarse de las políticas de descuento que la gran mayoría de los fabricantes ponen en práctica en estos tiempos. Incluso una vez decidida la marca del vehículo, es conveniente visitar más de un concesionario, pues no siempre el descuento es el mismo, pudiendo llegar incluso hasta el 40% dependiendo del modelo y la versión a elegir. También los seminuevos son una buena opción.
3. La financiación, clave
Que los bancos y demás entidades financieras han cerrado el grifo no es ningún secreto. Es por ello que las financieras de marca representan una buena opción para quien no puede acceder a un crédito ordinario, ya que suelen ofrecer condiciones bastantes ventajosas para el cliente. Además del préstamo a largo plazo, también representa una buena oportunidad a la hora de adquirir un vehículo, decantarse por productos financieros como el leasing (arrendamiento financiero) o el renting (alquiler a largo plazo).
4. Acertar con el seguro
Una vez la compra “va para adelante”, llega el momento de hacer frente al seguro. Por ello, es conveniente consultar a todas las aseguradoras que sea necesario, aunque esta tarea se haga a veces un poco pesada. Y es que entre unas y otras las diferencias pueden llegar a ser notables en lo que a precio, incluso a pólizas similares. También hay que tener muy presente la categoría a elegir (a todo riesgo a todo riesgo con franquicia, a terceros,…) y las bonificaciones a las que tenemos derecho.
5. Planificar la ruta
Aunque en muchas ocasiones la ruta suele ser fija –la pequeña distribución suele estar sujeta a itinerarios más o menos establecidos-, bien es cierto que el profesional no es ajeno a nuevas oportunidades de transporte en las que es conveniente planificar la ruta adecuada que permita realizar el trabajo no ya sólo en las mejores condiciones de marcha posible, sino que también posibilite ahorrar en kilometraje y, en consecuencia, en costes.
6. Uso de las nuevas tecnologías
Muy relacionado con esta última está relacionada la utilización de la nuevas tecnologías. Cierto es que en algunos casos hay que hacer un fuerte desembolso por ellas, pero no es menos cierto que pueden ser amortizadas en poco tiempo. Un buen ejemplo de ello son los navegadores o GPS –los portátiles son más económicos-, que nos ofrecen información del tráfico permitiéndonos anticiparnos a los atascos, así como calcular la ruta más corta o más rápida, para entre otras cosas ahorrar en tiempo y sobre todo en combustible.
7. Escoger la gasolinera más barata
Podemos llegar a pensar que las diferencias entre una Estación de Servicio y otra son mínimas, pero para alguien que hace miles de kilómetros al año esos céntimos de euro menos pueden suponer muchos cientos de euros en la cuenta de explotación del vehículo a lo largo del año. Por ello, simplemente cuando estemos realizando nuestra ruta habitual merece la pena fijarse en las gasolineras más baratas y tomar nota.
8. Conducción eficiente
Realizar una conducción eficiente resulta de vital importancia en aras de ahorrar el máximo combustible posible. Para ello, siempre que nos sea posible llevaremos el régimen de motor justo –entre 1.800 y 2.300 vueltas-, por lo que con mirar de vez en cuando la aguja del cuentavueltas –en algunos vehículos la zona económica del tacómetro lleva una banda verde- o simplemente percibiendo la sonoridad del motor sabremos si vamos a las revoluciones justas. Cuidado también con hacer un uso continuado e innecesario del cambio, pues el consumo se resiente en gran medida.
9. Realizar un buen mantenimiento
Resulta una práctica muy habitual entre los conductores retrasar la revisión de los vehículos por ahorrarse un dinero en un momento puntual. Peso resulta peor el remedio que la enfermedad, en tanto que pasarse de kilómetros en la misma, puede provocar un deterioro más rápido de lo habitual de los distintos elementos del vehículo, con todo lo que ello conlleva –visita al taller obligada-. Además, llevar unos filtros sucios –ya sea el de gasolina, del aire o el aceite- o ir con menos presión en las ruedas de las recomendadas provoca un incremento del consumo considerable.
10. Respetar el código de circulación
Parece una obviedad, pero no respetar las normas, puede resultar de nefasto para la economía del sancionado. Dejando a un lado la pérdida de puntos del carné y la posibilidad de sufrir un accidente –dos consecuencias todavía peores que aquella-, es importante tener claro lo que se hace en cada momento, pues los arrepentimientos posteriores no sirven de nada. También relacionado con nuestro “bolsillo” está el hecho de llevar sobrepeso, pues además de provocar un mayor consumo nos tendremos que enfrentar a la sanción pertinente.
Rocío Ayala
Editora de contenidos en CamionActualidad.es
Maquetación, desarrollo y edición online.
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