Prácticamente no es posible hoy en día acudir a una concentración de clásicos del transporte en la que no veamos alguna unidad del Pegaso Comet.

No en vano este camión fabricado por ENASA mediada la década de los años 60 del pasado siglo hasta bien entrados los años 70 del siglo XX vino a cubrir un enorme hueco, cuando todavía se transportaba en viejos vehículos que habían sobrevivido a la Guerra Civil e incluso en carros de animales.

Con este 1090 Pegaso ofrecía un camión de tonelaje medio, moderno y económico, que a lo largo de los años demostraría una fiabilidad y longevidad verdaderamente destacadas. Si ello en su momento facilitó la economía de los transportistas de hace más de medio siglo, al disponer de un camión rentable con el cual trabajar durante muchos años, ahora además nos ha posibilitado que muchas unidades del Pegaso Comet hayan llegado hasta nosotros en tan buen estado como el que traemos a estas páginas.

La vieja unidad de cuenta

En el comercio a granel de harina en grandes cantidades una unidad usual entre empresas era el llamado vagón, que correspondía a 10 toneladas de material, fueran a ser transportadas mediante ferrocarril o no. Por lo tanto no es de extrañar que una firma harinera hiciera todo lo posible por obtener un camión precisamente con 10 toneladas de carga útil, que era lo que ofrecía este Comet 1090 “vitaminado” hasta un PMA (Peso Máximo Autorizado) de 16 toneladas con carrocería basculante mediante un sistema de pistón hidráulico. Algo poco usual, pues el Comet 1090 según su hoja de características técnicas era un vehículo previsto para entre 12 y 13 toneladas de PMA, en función de la distancia entre ejes y carrocería elegidas.

Ganando carga útil

Eso sí, para lograr dicho aumento de peso total en carga el camión fue equipado con el último grito tecnológico del momento en cuestión de frenado. Nos referimos al llamado freno eléctrico, un sistema mediante electroimán que se conectaba a la barra cardan de la transmisión, de modo que mediante inducción el bobinado se conectaba a través de una palanca en la caña de dirección del punto 1 al 3, aumentando el efecto imán y por tanto aprovechando la fuerza electromagnética para frenar el giro de la transmisión.

Este sistema de frenado era pesado y desprendía mucho calor, pero a cambio su eficacia resultaba muy superior al sistema convencional de tambores con zapatas en las ruedas y era imposible agotar su energía si el motor se mantenía funcionando, junto al alternador para mantener las baterías con el adecuado nivel de carga. Gracias a todo este compendio electromecánico era perfectamente seguro viajar a bordo de un Comet 1090 de 16 toneladas.

Lo cierto es que el Comet de la harina en este caso trabajó sobre todo en la ruta desde Salamanca a Ourense, de modo que debía sortear importantes puertos de montaña y la capacidad extra de frenado fue por tanto extraordinariamente bien aprovechada, recorriendo con las citas 10 toneladas de harina encima una serie de puertos de montaña ciertamente desafiantes.

Aquel esforzado Pegaso, un modelo matriculado en 1973, terminaría sus días aparcado en el patio de la harinera donde trabajó, simplemente cuando la evolución del transporte pesado lo dejó anticuado. Cuando los propietarios de la empresa harinera en cuestión necesitaron más espacio disponible en el patio la pasión por la historia del transporte de Ángel Macías terminaría salvando al Comet del desguace. Él mismo nos explica:

“El Pegaso llevaba años aparcado y simplemente hubo que ponerle los cables a la batería para poder arrancarlo de nuevo. Eso sí, salió del patio donde estaba directo para el taller...”Y es que en este caso el cariño que un viejo camión requiere para poder lucir otra vez como nuevo se mide en horas de taller. Eso sí, cuando admiramos el Comet realmente no podemos más que valorar el buen trabajo de restauración hecho.

Familia en el transporte

Ángel Macías, quien cuando no está centrado en los trailers con los que transporta cereales dedica su tiempo libre a mantener en perfecto estado de revista sus Pegaso clásicos esmeradamente restaurados. Se trata de una pasión que vive en familia, tanto con su esposa Paloma como con su hijo involucrados a tope en la pasión por la historia del transporte y los camiones Pegaso. Dispone de varias unidades como el bien cuidado Pegaso Comet con el que acude a todo tipo de concentraciones de vehículos clásicos a lo largo de la geografía española. Tampoco olvida la pasión por las miniaturas, muchas de ellas reproducen modelos de su colección de vehículos clásicos.

Otra restauración

Actualmente Ángel tiene en fase de restauración otro Pegaso, un Europa 1065 que estrenó su propio padre. Precisamente a bordo de dicho camión también cargado de cereales había realizado un sinfín de viajes acompañando al Comet que aquí vemos cuando éste trabajaba bajo los colores de la harinera Gabino Bobo.

Este camión, el Europa 1065, fue estrenado por el padre de nuestro protagonista y fue al volante del cual el propio Ángel se inició en el oficio. Próximamente será posible también contemplarlo en las concentraciones y eventos de camiones clásicos a los que acuda la familia Macías.